Muchos
años han pasado ya desde que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptara
una resolución invitando a todos los Estados a que proclamasen, de acuerdo con
sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día del año como “Día de
las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional”. Esto
fue el 16 de diciembre de 1977 y en ella, entre otras cuestiones, se exhortaba
a todos los Estados a que continuaran contribuyendo a crear condiciones
favorables para la eliminación de la discriminación contra las mujeres y para
su plena participación en condiciones de igualdad en el proceso de desarrollo
social.
Desde
entonces, el 8 de marzo se ha convertido en una fecha clave para reflexionar
sobre las situaciones de discriminación que padecen las mujeres en el mundo,
reivindicar el ejercicio efectivo de sus derechos en todos los ámbitos, exigir
los cambios que sean necesarios para lograr la igualdad efectiva y plena y
reconocer los avances conseguidos y los progresos y metas alcanzadas en los
últimos tiempos.
Cierto
es que muchos han sido los avances experimentados, y cierto es que, a nivel
legislativo, los cambios han sido trascendentales. Nos han permitido abordar
cuestiones que hasta hace un tiempo eran impensables. Aun así, la realidad va
por delante y continuamos con brechas de género que hacen visible la
desigualdad entre mujeres y hombres en relación con el ejercicio efectivo de
sus derechos. La segregación ocupacional horizontal y vertical, la brecha
salarial, la infrarrepresentación de las mujeres en determinados sectores y
puestos de decisión, la todavía escasa corresponsabilidad en la asunción de los
cuidados, la violencia de género, etc., continúan estando presentes, en mayor o
menor medida, y de manera global, en gran parte del planeta.
La
conmemoración del 8 de marzo contribuye a aunar, en una única fecha, un
movimiento internacional que contribuye a visibilizar la todavía desigualdad de
género existente. Este 8 de marzo de 2024, desde ONU Mujeres se ha acordado el
lema “Invertir en las mujeres, acelerar el progreso” pues queda constatado que
la inversión en la efectividad de los derechos de las mujeres es una cuestión
de derechos humanos.
Desde
esta entidad, se establecen cinco áreas que requieren una acción conjunta para
no dejar a las mujeres atrás:
1.-
Invertir en las mujeres, una cuestión de derechos humanos
El
tiempo se acaba. La igualdad de género sigue siendo el mayor reto en materia de
derechos humanos. Invertir en las mujeres es un imperativo desde la perspectiva
de derechos humanos y la piedra angular para crear sociedades inclusivas. Los
avances para las mujeres benefician a todo el mundo.
2.-
Acabar con la pobreza
Desde
2020, la pandemia del COVID-19, conflictos geopolíticos, desastres climáticos y
turbulencias económicas han empujado a 75 millones de personas más a la pobreza
severa. Si sigue esta tendencia, 342 millones de mujeres y niñas podrían vivir
por debajo del umbral de la pobreza en 2030. Es crucial actuar de inmediato
para evitarlo.
3.-
Poner en marcha un financiamiento transformador para la igualdad de género
Según
estimaciones recientes, el 75 por ciento de los países mantendrán los recortes
en el gasto público en 2025 debido a los conflictos y al alza de los precios de
los combustibles y los alimentos. La austeridad repercute negativamente en las
mujeres ya que reduce el gasto público en servicios públicos esenciales,
políticas de cuidados y protección social.
4.-
Avanzar hacia el desarrollo sostenible y una sociedad del cuidado
El
actual sistema económico exacerba la pobreza, la desigualdad y el deterioro
medioambiental, afectando de manera desproporcionada a las mujeres y más aún
aquellas que se enfrentan a múltiples discriminaciones. Los movimientos de
mujeres que abogan por modelos alternativos proponen avanzar hacia una sociedad
del cuidado que preserve el medioambiente y la sostenibilidad, amplificando la
voz de las mujeres.
5.-
Apoyar los feminismos que impulsan el cambio
Las
organizaciones feministas lideran la lucha contra la pobreza y la desigualdad
de las mujeres. Sin embargo, están abogando y trabajando casi sin recursos, ya
que reciben un escaso 0,13 por ciento de la ayuda oficial para el desarrollo.
Por todas estas razones, por
la evidente desigualdad que todavía existe, por la existencia de grupos
políticos negacionistas que rechazan el movimiento feminista, tenemos que
seguir conmemorando el Día de la Mujer, para luchar por una igualdad real.