sábado, 29 de febrero de 2020

Día Internacional de la Mujer 2020

Por Cecilia Sánchez de Medina
Presidenta de Vecinos por Algete
Coportavoz del Grupo Municipal Vecinos por Algete

Desde el ventanuco encalado del baño observó cómo dos hombres corpulentos y uniformados se llevaban a su madre del brazo. Lourdes tenía tan solo 9 nueve años y no comprendía qué pasaba. Hacía dos meses que su padre no regresaba a casa. Una aplastante mañana de verano, en la ciudad andaluza de Almería, Antonio, su padre, le dio un tierno beso en la mejilla. –“Hasta la noche, preciosa”. Y las noches pasaron, una tras otra, a veces despacio, otras sin darse cuenta, pero papá no estaba.

Hoy, veía marchar a Aurora. Sin despedirse. No había dado tiempo. Ni si quiera pudo bajar las escaleras a tiempo. –“¡Mamá!” gritó. Y su abuela se acercó despacio y le dio un cariñoso abrazo. –“Lourdes, mi vida, tranquila. No va a pasar nada”.

Pasaron semanas de incertidumbre. La tristeza y el desconsuelo eran protagonistas de comidas, paseos, reuniones en el salón… Y una mañana, Lourdes vio que por debajo del gran portón negro de la entrada, había un sobre color marfil. Se acercó despacio, lo cogió y se apresuró a llegar a su dormitorio antes de que su pizpireta abuela se diera cuenta. Cerró la puerta y se sentó en su mullida cama de plumas y estructura de hierro. Con delicadeza, ya que no quería romperlo, abrió el sobre. Comenzó a leer las primeras palabras. Esa caligrafía le resultaba familiar. ¡Era su madre!

“Mi vida, siento no haberme despedido, pero no tenía tiempo. No te preocupes por mí, he tenido que marchar un tiempo, por necesidades de la guerra, pero estoy bien. Estoy con otras compañeras. Me ayudan. Cuida de tu abuela igual que ella te va a cuidar estupendamente. Pronto volveremos a estar todos juntos. Seguiré enviándote cartas, siempre que pueda. No me olvido de ti. Prométeme que vas a ser feliz”.

Por el rostro de Lourdes viajaba la nostalgia con sabor a la mar salada. Como su Mar Mediterráneo que, a diferencia de ella, veía en calma desde la casa. No comprendía más. No sabía dónde estaban sus padres. Aunque, en cartas posteriores, su madre fue, poco a poco, dándole más información. Aurora estaba encarcelada. Cosas de la guerra… ¿Había hecho algo malo? No. Como tantas otras mujeres, no. Pero su marido estaba relacionado con la política. Ahora, también encarcelado y cada mañana en la lista de fusilados. La suerte que tuvo él es que la persona encargada de la lista de fusilamientos, era su amigo y, cada mañana, lo tachaba del papel.

A día de hoy, no sabemos cómo pudieron llegar las cartas de Aurora hasta su hija Lourdes. Pero esas cartas, cargadas de sentimientos, sin rencor y con esperanza hacia su pequeña, fueron forjando su complejo carácter. Lourdes tuvo suerte y, tras la guerra, volvió a ver a sus padres. Pero esa época le enseñó mucho. Decidió ser valiente y luchadora. Acabó sus estudios y consiguió permiso para cambiar de ciudad y estudiar una carrera, de Química, en la que, por entonces, ninguna mujer estudiaba. Curioso es ver, actualmente, esas fotos de la promoción, donde ella, Lourdes, es la única mujer, entre tanto hombre. Acabó la carrera. En la facultad, en su clase, conoció a su futuro marido. Se casaron, se marcharon a otra ciudad por trabajo y tuvieron doce hijos. Siempre fue una mujer dura. Estricta con sus hijos. Con un carácter forjado por una dura infancia alejada de sus padres. Es la breve historia real de una mujer del siglo XX. No es especial, no es única. Simplemente es un relato más de los tantos que podemos contar de mujeres de ayer y de hoy.

Tenemos a nuestro alrededor tantos ejemplos de mujeres valientes… Vivimos rodeados de mujeres maravillosas. No esperemos al “Día de…” para homenajearlas. Porque si hablamos de igualdad de género, todavía hoy queda mucho camino por recorrer. En ámbitos como el laboral, factores como la brecha salarial, por la que las mujeres cobran menos que los hombres por realizar el mismo trabajo, son obstáculos que si no se superan, nos impedirán alcanzar esa igualdad. Sin olvidar, la necesidad de que sea una realidad la distribución equitativa de las labores familiares, porque, actualmente, las mujeres tienen más dificultades para acceder a puestos de dirección en las empresas y mayor dificultad para la conciliación laboral. Suelen ser ellas las que sacrifican sus carreras profesionales para cuidar a sus familias.

Según datos de la Comisión Europea, las mujeres solo representan el 23,3% de los miembros de la junta directiva de las empresas más grandes que cotizan en bolsa registradas en los países de la UE. Entre las causas más comunes de esta baja cifra, los roles y estereotipos tradicionales de género, la falta de apoyo para equilibrar las responsabilidades de atención con el trabajo y las culturas políticas y corporativas.

Actualmente, la UE ha marcado un objetivo independiente en la igualdad de género con nueve propósitos específicos para la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Estos están enfocados en eliminar la violencia contra las mujeres, reconocer el cuidado no remunerado y el trabajo doméstico, el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos de la mujer. Además, presentan un compromiso explícito con la incorporación de la perspectiva de género en todos los objetivos, metas e indicadores de desarrollo sostenible más allá de la Unión Europea. Por poner un ejemplo, en la última encuesta de Estructura Salarial, del Instituto Nacional de Estadística, la brecha salarial en España entre hombres y mujeres se sitúa en un 21,9%.

Hoy hablamos del Día Internacional de la Mujer y no podemos olvidarnos del origen de este día. Corría el año 1857 cuando un grupo de obreras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban. En concreto, el día 8 de marzo. Pero la cosa no quedó ahí. El 5 de marzo de 1908, otro grupo de mujeres, en Nueva York, comenzó una huelga para reclamar la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral y un tiempo para poder dar de mamar a sus hijos. Durante esa huelga perdieron la vida un centenar de mujeres quemadas en una fábrica de Sirtwoot Cotton, en un incendio que se atribuyó al dueño de la fábrica, como respuesta a la huelga. Dos años más tarde, durante la celebración en Copenhague de la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras, más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Actualmente, Día Internacional de la Mujer.

Según ha declarado en los últimos días la Ministra de Igualdad, el 13,7% de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual a lo largo de su vida. No sé si son exactos los datos pero son pocas las mujeres que conozco que no hayan tenido algún roce, percance en el ámbito del abuso, acoso… De mayor o menor grado. Sea o no exacto el dato, la violencia de género es un tema sumamente grave que tiene que ser prioritario para los políticos de nuestro país. Porque nos están matando. Fue en 1933, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidad publicó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Más de 20 años después, 1 de cada 3, según Oxfam Intermon, sigue sufriendo violencia física o sexual, principalmente a manos de su pareja.

Por las que no pueden luchar, por las que sufren violencia de género, por las que padecen acoso en sus puestos de trabajo, por las que viven con miedo, por las que mueren… Por todas ellas, seguiremos peleando, por una auténtica igualdad entre hombres y mujeres.

“La igualdad hacia la mujer es progreso para todos” Ban Ki-moon, ex secretario de la ONU

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