Algete está salpicado de tiendas de ropa, restaurantes, cafeterías, peluquerías, supermercados, empresas de servicios, etc. Que han demostrado con su antigüedad, la calidad de sus servicios, la profesionalidad de sus empleados y la capacidad de adaptación a las exigencias del mercado.
Muchos de nuestros comercios, dan cobertura a muchas personas que no tienen posibilidad de moverse en vehículo particular, que aprecian una atención más cercana, que valoran la proximidad de una tienda o que van caminando desde casa hasta el bar, para compartir una charla con los amigos del barrio.
Para no nombrar a unos y dejarme a otros, quiero tener algún recuerdo con negocios que permanecieron durante mucho tiempo y que formaron parte de mis primeros años en Algete: la tienda textil de Dori, La Pista, la terraza en la carretera vieja de Cobeña, el supermercado de Joaquín, etc., etc. Lugares entrañables que se graban especialmente en la memoria de quienes se incorporan de nuevas, a la vida diaria de nuestro pueblo.
No es fácil sobrevivir con un negocio en un pueblo en el que, a lo añadido en mi artículo anterior, se suma la proximidad de múltiples centros de ocio y grandes entornos comerciales, con ofertas contra las que es difícil competir.
Por ello, cobra aún más valor el negocio que perdura y se estabiliza en nuestra Villa. Tanto ellos, como las nuevas ofertas, lideradas por emprendedores capaces y profesionales de estos negocios, merecen una mayor implicación del consumidor algeteño.
No es esta una forma de compensar lo expuesto en mi artículo anterior. Aquel, iba dirigido a unos negocios, dueños de locales y Ayuntamiento y éste, va dirigido a otros emprendedores y negocios de toda la vida, que tienen todo mi reconocimiento.
Por todo ello, si entre todos ponemos de nuestra parte, la oferta comercial y de ocio no debería ser menor que la de los pueblos que nos rodean.
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