Por Cecilia Sánchez de Medina
Julia se levanta
cada día a las 6 de la mañana. Una ducha rápida, un café muy cargado y se
pone las pilas para comenzar la jornada. Prepara la comida para sus tres hijos.
Recoge la casa y, según el día, deja una lista en la nevera para que el mayor haga la compra. Cuando ya tiene todo preparado, los despierta "con
suavidad y cariño para no tenerlos de morros todo el día". Entre todos
preparan el desayuno, hacen las camas y se marchan. Unos al colegio, otro a la
universidad y ella, Julia, a trabajar. Estará en la fábrica hasta las 3 de la
tarde. A esa hora, un sándwich de lo que sea y carrera para llegar al autobús.
En Alcalá de Henares le espera su segundo trabajo y no puede llegar tarde. Julia
regresará a su casa sobre las nueve y media de la noche. Se toma cualquier cosa
e intenta estar un rato con sus hijos. Sin embargo, cada noche, le vence el
sueño en el sofá. Otro día que pasa y mañana otra jornada igual.
La historia de
Julia es la de muchas mujeres en España. Víctima de los malos tratos por parte
de su ex marido, se encarga de criar sola a sus tres hijos. Con dos trabajos
para poder darles de comer, pagar sus estudios, la casa… Su hijo mayor ya
le ayuda todo lo que puede. Al menos, da clases particulares para cubrir sus
gastos y echa una mano a su madre con las compras. Las dos pequeñas, de 7 y 10 años, colaboran en la casa. Julia es nuestra vecina. Vive en Algete. El nombre que pongo aquí es ficticio. Ha preferido mantener su identidad en el
anonimato. Como ella, muchas mujeres luchan cada día por sobrevivir. Muchas
mujeres, como Julia, se pelean cada día por sacar a su familia adelante, trabajan contra la desigualdad, por el desempleo, la
brecha salarial, la precariedad laboral, contra la violencia a las mujeres, las
brechas de género resultado de los efectos combinados de la crisis económica,
las políticas de recortes en los servicios públicos, la disminución de
prestaciones y protección social, así como un retroceso legislativo e ideológico.
Según un análisis
de las universidades Jaime I y Complutense de Madrid, hoy en día todavía son
ellas quienes más adaptan sus carreras, limitan sus jornadas y reducen sus
salarios para cubrir las necesidades familiares. Es necesario promover de
verdad la igualdad, buscar medidas para incrementar la tasa de empleo femenino,
fomentar el trabajo autónomo y creación de empresas por mujeres. Pero, también,
lograr la conciliación familiar, conseguir la igualdad salarial e igualdad en
la toma de decisiones, apostar por la dignidad, la integridad y el fin de la
violencia machista, etc.
Cabe hacer alusión a que el Día Internacional de la Mujer se conmemora desde 1909. En un principio, como homenaje al movimiento a favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal. Después, se comenzaron a exigir más derechos como el de ocupar cargos públicos, derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Un 25 de marzo de 1911, más de 140 jóvenes trabajadores, murieron en un incendio de la fábrica Triangle en Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los EEUU, y en las posteriores celebraciones del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron a este desastre. Las mujeres de diferentes países no se rindieron y siguieron apostando y luchando por sus derechos. Tenemos que agradecerles mucho a ellas. De hecho, en 2015 destaca la Declaración de Pekín, un plan histórico firmado por 189 gobiernos hace 20 años para materializar los derechos de las mujeres. Como bien dicen en esta declaración, los logros han sido muchos pero las brechas que persisten son muchas y profundas.
No puedo pasar por alto uno de los problemas contra los que más empeño tenemos que poner. La violencia contra las mujeres. Según datos que ha publicado
Comisiones Obreras con motivo del Día de la Mujer, son cuatro las mujeres
asesinadas en lo que va de año y en 2014 fueron 53. Si vamos a los datos
oficiales, según el Observatorio de Violencia Doméstica y de Género, un total
de 31.699 mujeres denunciaron violencia de género en el segundo trimestre del
año pasado, pero 4.188 acabaron retirándola, lo que eleva al 13,2% la tasa de
mujeres que renuncian a continuar el proceso, la cifra más alta desde que en
2007 comenzara a recogerse esta variable en las estadísticas oficiales.
Queda mucho por
hacer en este campo. Recordemos algunos datos desde que se aprobó la Ley Integral
de Violencia de Género del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En 2003, 71 mujeres fueron asesinadas por sus parejas. En 2005, año
siguiente de la puesta en marcha de la ley, fueron 57. Desde el 1 de enero de
2003 hasta septiembre de 2014, han fallecido víctimas de la violencia de género
753 mujeres en España. Queda demasiado por hacer.
Existe un teléfono para pedir ayuda. Un servicio atención gratuito y
confidencial para mujeres maltratadas. Es el 016. Un número que ya ha recibido,
más de 461.806 llamadas. La mayoría, según datos del servicio, han sido
realizadas por las propias víctimas. Lo más importante para las personas que
estén sufriendo es que sepan que esta llamada
no deja rastro, ni huella en la marcación ni en la factura.
Y, por si alguien
no lo sabe todavía, violencia también es insultar a una linier en un partido,
por ser mujer o pegar a una mujer por la calle y grabarlo en vídeo. Por poner
dos ejemplos recientes.
Me despido con la
frase de Mahatma Gandhi “La mujer es la compañera del hombre, dotada con la
misma capacidad mental… Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la
mujer es infinitamente superior al hombre… Si la no violencia es la ley de
nuestro ser, el futuro está con las mujeres… “
No queremos ser superiores al hombre. Queremos ocupar el puesto que merecemos en la sociedad, con dignidad, con respeto e igualdad. Y, por supuesto, ni una lágrima más.
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