NorTEA, la asociación que defiende los derechos de hijo/as, familiares y cualquier afectado/a por el Trastorno del Espectro Autista (TEA) de la zona norte de Madrid, ha lanzado la campaña "¿Te atreves a ser mi amigo?" con el objetivo de empezar a dejar huella y
facilitar entornos inclusivos en el juego. Esta campaña pretende ayudar a realizar actividades de juego entre niños/as,
especialmente entre aquellos que tienen autismo, ya que dispone de
pictogramas de Arassac para facilitar la comprensión.
El funcionamiento del juego, ideado por Ana Sanz Romero, es sencillo. Solo es necesario conseguir el dado de la campaña y seguir unas breves indicaciones. El dado se puede descargar en la web de la asociación o solicitarlo por correo electrónico. Una vez recortado y montado, los niños tienen que buscar un compañero de juegos durante 5 días, incluyendo a todas las personas con sus dificultades y sus habilidades, con sus características especiales y sus diferencias. Después hay que lanzar el dado y realizar la actividad que salga en la cara superior. Una vez completada la actividad se pinta el círculo. Así, hasta completar las actividades propuestas en el dado, tras las que se obtendrá un diploma acreditativo.
Desde la asociación NorTEA entienden que "el juego es el motor de las actividades
infantiles y que tiene una gran influencia en el aprendizaje y en la
experiencia vital de los niños y niñas". "Aprender no es sólo adquirir conocimientos", añaden, "es adquirir valores que
socialmente deberían ser respetuosos, honestos y deben fijar las bases
de la convivencia y la aceptación de una realidad diversa, que existe y
que hay que visualizar, incluyendo a todas las personas con sus
dificultades y sus habilidades, con sus características especiales y sus
diferencias."
"Los niños juegan en casi todas partes y en todas las situaciones. El
juego no sólo les divierte y les hace felices, sino que es un
instrumento indispensable para aprender: desarrolla sus habilidades
psicomotrices, sociales, de autoestima y moldea sus valores,
influyéndoles para convertirse en el futuro en personas tolerantes y
cívicas dentro de una sociedad cada vez más diversa."
El Trastorno del Espectro Autista
El autismo es un trastorno neurológico complejo que generalmente dura toda la vida. Es parte de un grupo de trastornos conocidos como trastornos del espectro autista. Actualmente se diagnostica con autismo a 1 de cada 68 individuos y a 1 de cada 42 niños varones, haciéndolo más común que los casos de cáncer, diabetes y SIDA pediátricos combinados. Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas. El autismo daña la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy severos.
Los trastornos del espectro autista se pueden diagnosticar formalmente a la edad de 3 años, aunque nuevas investigaciones están retrocediendo la edad de diagnóstico a 6 meses. Normalmente son los padres quienes primero notan comportamientos poco comunes en su hijo o la incapacidad para alcanzar adecuadamente los hitos del desarrollo infantil. Algunos padres explican que su hijo parecía diferente desde su nacimiento y otros, que iba desarrollándose normalmente y luego perdía aptitudes. Puede que inicialmente los pediatras descarten las señales del autismo pensando que el niño podrá alcanzar el nivel deseado y les aconsejan a los padres que esperen y vean cómo se desarrolla. Nuevas investigaciones muestran que cuando los padres sospechan que hay algo mal con su hijo, generalmente están en lo correcto.
Si un niño es diagnosticado de autismo, una intervención temprana es crítica para que pueda beneficiarse al máximo de todas las terapias existentes. Aunque para los padres puede ser difícil etiquetar a un pequeño como “autista”, cuanto más pronto se haga el diagnóstico antes se podrá actuar. Actualmente no existen medios efectivos para prevenir el autismo, ni tratamientos totalmente eficaces o cura. Sin embargo, las investigaciones indican que una intervención temprana en un entorno educativo apropiado, por lo menos por dos años durante la etapa preescolar, puede tener mejoras significativas para muchos niños pequeños con trastornos del espectro autista. Tan pronto como se diagnostique el autismo, la intervención temprana debe comenzar con programas eficaces, enfocados en el desarrollo de habilidades de comunicación, socialización y cognoscitivas.
El autismo es un trastorno neurológico complejo que generalmente dura toda la vida. Es parte de un grupo de trastornos conocidos como trastornos del espectro autista. Actualmente se diagnostica con autismo a 1 de cada 68 individuos y a 1 de cada 42 niños varones, haciéndolo más común que los casos de cáncer, diabetes y SIDA pediátricos combinados. Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas. El autismo daña la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy severos.
Los trastornos del espectro autista se pueden diagnosticar formalmente a la edad de 3 años, aunque nuevas investigaciones están retrocediendo la edad de diagnóstico a 6 meses. Normalmente son los padres quienes primero notan comportamientos poco comunes en su hijo o la incapacidad para alcanzar adecuadamente los hitos del desarrollo infantil. Algunos padres explican que su hijo parecía diferente desde su nacimiento y otros, que iba desarrollándose normalmente y luego perdía aptitudes. Puede que inicialmente los pediatras descarten las señales del autismo pensando que el niño podrá alcanzar el nivel deseado y les aconsejan a los padres que esperen y vean cómo se desarrolla. Nuevas investigaciones muestran que cuando los padres sospechan que hay algo mal con su hijo, generalmente están en lo correcto.
Si un niño es diagnosticado de autismo, una intervención temprana es crítica para que pueda beneficiarse al máximo de todas las terapias existentes. Aunque para los padres puede ser difícil etiquetar a un pequeño como “autista”, cuanto más pronto se haga el diagnóstico antes se podrá actuar. Actualmente no existen medios efectivos para prevenir el autismo, ni tratamientos totalmente eficaces o cura. Sin embargo, las investigaciones indican que una intervención temprana en un entorno educativo apropiado, por lo menos por dos años durante la etapa preescolar, puede tener mejoras significativas para muchos niños pequeños con trastornos del espectro autista. Tan pronto como se diagnostique el autismo, la intervención temprana debe comenzar con programas eficaces, enfocados en el desarrollo de habilidades de comunicación, socialización y cognoscitivas.
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