miércoles, 29 de mayo de 2013

Pablo Neruda es un poema

por Cecilia Sánchez De Medina
Hace aproximadamente unos seis años, 68 viviendas nuevas se llenaban de vida en nuestro municipio. Se dio  a conocer como “Mirador de Algete”. Un mirador que se forma con las calles Pablo Neruda y Miguel Hernández. Durante este tiempo, hemos visto a muchos niños convertirse en adolescentes, otros han dado sus primeros pasos aquí y todos han hecho amistades.
 
Los que vivimos en estas casas somos, la mayoría, personas de mediana edad, muchos con hijos pequeños. Así, no es de extrañar que hayan surgido muchas relaciones de amistad vecinal entre mayores y pequeños. Los niños van juntos al colegio Obispo Moscoso, juegan en la piscina comunitaria en verano y se reúnen en el parque durante el año.

La situación, contada así, parece idílica. De hecho, es maravilloso formar parte de esta comunidad. Yo misma, he conocido gente estupenda. Vecinos que son ahora más que amigos. Pero hay un tema que nos preocupa, a todos, mucho, desde el principio. Un riesgo con el que vivimos cada día y  que pudo convertirse en tragedia hace unas semanas.

“Cualquier día va a ocurrir una desgracia con algún niño”. Frases como ésta  hemos pronunciado todos en algún momento. ¿Qué es lo que sucede? Los coches que pasan por la calle Pablo Neruda lo hacen a una velocidad excesiva. El peligro lo tenemos cerca en cualquier época del año. Sin embargo, ahora, con el buen tiempo, es más preocupante. Hacemos mucha vida de calle. Cruzas para tomarte un refresco con los amigos de enfrente. Cruzas para ir a la piscina. Cruza el hijo de la vecina de la esquina porque quiere ir al parque o porque va a tu casa a jugar con el perro. Ahí está el principal problema. Porque mientras cambias de acera, pasan los coches a gran velocidad.

Hasta que el Ayuntamiento ha cambiado la señalización, Pablo Neruda, era de doble sentido. Así que, cuando bajada un coche muy rápido se podía encontrar o con un niño o con un coche de frente y producirse un accidente. De hecho, esto último es lo que ha ocurrido hace unas semanas. Una vecina salía de su garaje montada en el coche. En los asientos de atrás llevaba a su hija de tres años. Al salir, se encontró de frente con otro vehículo que iba demasiado deprisa. Por suerte, ella pudo girar y parar en el garaje de otro vecino. El conductor que iba a más velocidad intentó lo mismo y se estampó contra la fachada de una casa. La destrozó. ¿Y si pasa alguien por ahí en ese momento? Imaginaos la situación para ese vecino que encuentra así su fachada. Y, por suerte, no hubo que lamentar ninguna víctima. Pero no os podéis hacer a la idea el susto que tenía esta madre. Sobre todo, porque su hija de tres años estaba en el asiento de atrás.




Tras el accidente, el Ayuntamiento comunicó por Twitter que la policía y los técnicos harían una inspección para tomar medidas. Los vecinos le pedimos el sentido único de la calle. Pero no sólo eso. Para conseguir reducir la velocidad, dijimos que era necesario instalar resaltos. Incluso, les sugerimos que, además del estudio que hicieran los técnicos, pidieran opinión a los vecinos. A los que vivimos aquí.

Ayer pusieron el sentido único en la Calle Pablo Neruda. No hay resaltos. No sabemos si los van a poner. ¿Qué decían los vecinos? “Vía libre para correr porque nadie vendrá de frente”. Si no hay resaltos, un único sentido, en una calle de bajada, es peligroso. Además, no hay que olvidar que, en el lugar donde ocurrió el accidente, se encuentra el parque infantil y enfrente la piscina. Imaginaos el tránsito de adultos y niños que hay, sobre todo, en verano.

No hay resaltos pero sí el sentido único para la pequeña calle Miguel Hernández. La sensación es que  ese cambio no era necesario. “Menuda vuelta tenemos que dar ahora”, decimos muchos vecinos. El problema era Pablo Neruda. Y el problema, con el sentido único, no se ha solucionado. El ayuntamiento podría haber preguntado a los vecinos. Se lo propusieron algunos de ellos. Todavía existe el peligro de que cualquier día ocurra una desgracia. Y a los que vivimos aquí nos queda una duda: ¿Para cuándo las bandas reductoras de velocidad?

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