CUENTO DE NAVIDAD: ASIBIKAASHI Atrapando Sueños

Las horas pasan sin caer en la cuenta que el cuento comenzó siendo una pesadilla que dura de momento un embarazo. Caigo en la cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y no termino de despertar del letargo en el que estoy, estamos, envueltas. Cada día una pesadilla nueva, siniestra y desgarradora, que me asusta y me hace temblar,  y aunque cierre y abra fuerte los ojos no siempre se va.  A pesar de tener el corazón lleno de cicatrices con tantas pesadillas, intento seguir soñando.

Cada noche hablo con Asibikaashi y me hace ver que para curar esas heridas no basta con desear, hay que querer atrapar esos sueños y luchar por ellos.

Ella mujer sabia nativa de Ojibwa y descendiente del pueblo navajo me enseña mi presente y en él veo que en mis sueños uso cinceles para tallar besos, abrazos y sonrisas. Cinceles de esos que usan las manos maestras  artesanas con las que con gran parsimonia van tallando “de a poco” para que perduren en el tiempo y no se borren nunca. Sueño que asió la madera de abedul y voy humedeciendo el pelo del pincel para pintarlos de bonitos colores mezclados con barniz de almizcle. Para que la tristeza no haga desaparecer los labios, con mi espátula los pinto rojo bermellón, como me enseñó mi maestra espartana hace tiempo. Mente fría, labios rojos,  falda corta y cabeza alta, por mucho que intento seguir sus pasos, no la llego ni a la altura del tacón, siempre la tengo presente, luchadora incansable.

Quiero atrapar la ilusión y la esperanza en mis sueños para mantener  vivas a mis  amigas que ya solo están en mi corazón y en mi cabeza,  como me lo enseñó mi espartana del alma, con ella los sentidos tienen sentido, te quiero cerca, gracias por estar siempre.

Quiero que no me falte nunca mi espartana torera que lidia y concilia contra viento y marea dando luz a quien lo necesita.

Quiero cerca a mi espartana sabia y responsable que brinda por la vida siempre  y que me marca a fuego y  pone a punto mi reloj del  tiempo.

Quiero a mi espartana creativa porque le pone color a mi vida y me enseña que si lo crees lo creas.

A mi elegante hada madrina que cose ilusiones y se lleva mis miedos cuando se viste de bruja, se llevaría a las mil maravillas con Asibikaashi, ambas tejen sueños.

A mi maga favorita que con su sola presencia calienta los corazones fríos y con la magia de su brillo te contagia ese espíritu risueño y navideño sin que apenas te des cuenta.

No quiero que en mi sueño falten mis espartanas del lado oscuro de la fuerza, ni que falten las chungas brujas con sus aspirantes,  quiero  pintar con ellas achuchones y arrumacos a porrillo porque no son de faltar cuando las necesitas y me hace estar en deuda perpetua, de ellas aprendí que nadie es nadie sin nadie y que solo en equipo se consigue salir hacia delante.

Este año entró en mi vida una nueva espartana  de triple lengua (y no viperina) que oposita cada día para jefa y me enseña que la mentira se combate con verdad, la maldad con la bondad y la avaricia con generosidad y que a ser grandes no se llega pisando o superando a nadie, se llega trabajando y siendo la mejor versión  de uno mismo.

La mujer araña Asibikaashi se encargará de atrapar en su adminículo aro de sauce todos mis sueños y pesadillas y desde el interior de su red, se encargará de quemar  las pesadillas con la primera luz del alba, para dejar paso lento a los sueños que bajaran lentamente por sus plumas.

Quiero dejar de soñar para empezar  de nuevo a vivir, aunque sea sin futuro cierto, con vivir feliz y sin miedo, día a día que no es poco, me conformo, eso sí,  que ninguna me falte nunca o tarden mucho en estar solo en mi corazón y en mi mente.

Sueño cada día que os abrazo tanto, tanto y tan fuerte que llega incluso a incomodaros de lo que se alarga en el tiempo.

Brindo por todas las mujeres que me rodean y tengo cerca, brindo por esos momentos vividos que no podemos publicar, pero que jamás olvidaremos y por los que nos quedan.

Felices fiestas de cuento y de cuentas.
 

Malele Caro Azañón